Escupo en la cara de La Devastada
Me río de ella
A veces intento tirar con fuerza de su cabello
Retorcerle la piel del brazo
Pellizcar sus mejillas
De nada sirve
Otras quisiera cortar de un tajo la pequeña raíz de su juventud
masticar el líquido derramado en las comisuras blandas, tan blandas como el tedio
Odio la piel de La Devastada
su ropa de tela fina
esa mueca de verdad pálida, inamovible, cansada cuando sonríe
No me gusta ese gesto en su cara
Es agobiante
Me consume la cadencia de sus pasos lentos por el pasillo
la mano sin gracia apoyada en el pecho
la pulcritud de un corazón que a todo teme pues no amaina un latir en el No
Pobre ingenua
No me gusta La Devastada porque ella me conoce y conoce mi nombre
Sabe cuál es el verdadero blanco de mis ojos
el exacto tono que debe haber en el rojo de mi sangre
en las venas de mi muñeca
Entiende bien mis estados de ánimo y tal vez por ello
los ignora
Nadie sabe mejor que ella cuánto la detesto
Porque yo soy La Devastada
Y yo me odio, me arrastro y me pellizco y no quiero verme
Y si alguno mira
Yo me escupo y me desnudo y me afrento
Y no me amo
Tampoco importa
Porque yo soy La Devastada
Yo nunca pido perdón